domingo, 21 de noviembre de 2010

Santa Fe - Ciudad Puerto Parte 2


Santa Fe. La Primera Ciudad-Puerto Argentina.


Parte 2: Medios de Navegación


En un recodo formado por el río que Garay llamó de los Quiloazas se levantó la primera ciudad-puerto de la Argentina.
A ella llegaban jangadas “grosero resultado de muchos troncos unidos”; “balsas o itupá que eran embarcaciones compuestas de dos o tres canoas separadas y paralelas, unidas por un zarzo sobre el cual se pone la carga; piraguas, cajón o batea honda rectangular y si al cajón se le pone proa lo llaman garandumba o itapás. Las hacen hasta de 26  varas de longitud... las cubren con una bóveda cilíndrica de cueros y a veces con un tejadillo de paja. Navegan con la pausa que se deja entender y para suplir la falta de timón ponen muchos remos en la popa y bogan de costado y otros ponen en las bordas para ayudar a la corriente. Cuando llegan a Buenos Aires se deshacen y vende la tablazón recogiendo los clavos para hacer otras, porque no es posible conducirlas río arriba.


“Son embarcaciones que transportan mucha carga, necesitan menos agua que los barcos y son fáciles y no costosas de construir.”


Según el Padre José Cardiel:“Las balsas constituían el sistema de embarcación más comúnmente empleado en el Río de la Plata, por su capacidad para recibir la carga y la seguridad que ofrecían en la navegación. Se componían de una porción de maderos fuertemente unidos por travesaños y ligaduras, presentando su conjunto una superficie plana y rasa, que se mantenía a flor de agua, con peso bastante para no ser desviada por la corriente. Formado su piso de fuertes cañizos o tablados, se construían sobre él una o más cabañas, destinadas a guardar los artículos de transporte y hospedar a viajeros y tripulantes... Sus dimensiones eran muy variables. Dependían del objeto a que se aplicaban y de la magnitud del medio en que debían prestar sus servicios.”


Y agrega: “Usábase otro tipo de balsa, de construcción muy distinta, pero que se designaba con el mismo nombre. Eran unas embarcaciones formadas de dos canoas, entre dos pequeños esquifes de una sola pieza, excavadas en un tronco de árbol, los cuales se unen, colocando en el medio, sobre el plano de cañas, una casita o cabaña hecha de esteras cubierta con paja o cuero, en la cual cabe una pequeña cama, y algunas cosas necesarias para el viajero.”


En 1640 se estableció que el puerto
de Santa Fe fuera escala obligada
de los que bajaban de Asunción
para vigilar la tripulación indígena
y su retorno a los pueblos de origen.



En rigor, añade el citado autor en otro tramo de su obra, “...las embarcaciones o sistemas de flotación indígena no fueron modificados sustancialmente por la civilización de la conquista. Se introdujeron las naves perfeccionadas de la época, pero se conservaron los tipos primitivos, sin duda por encontrarlos apropiados a la clase de materiales empleados en su construcción, las circunstancias del clima, las condiciones de la navegación y las necesidades de la colonia. Con mayores elementos de trabajo, ampliáronse sus dimensiones, mejoróse un poco su fábrica, y se sirvieron de variedades como la balsa y la jangada, muy poco distantes de la edad precolombiana.”












Plano de João Teixeira de Albernaz, de
1620, reproducido en el libro “Que dá razão
do Estado de Brasil”, atribuido a Diogo de
Campos Moreno, manuscrito del siglo XVII
conservado en el Insituto Histórico e Geográfico
Brasileiro. El mapa muestra la costa
oriental de América del Sur, desde el Cabo
do Norte, Brasil, hasta la Isla de Ramírez, sobre
el pasaje de Drake. Pese a notorios errores
geográficos –Santa Fe, la Vieja aparece
ubicada en las proximidades de la laguna de
Mar Chiquita (antiguamente denominada
“de los Porongos”)–, la colorida cartografía
permite observar los obstáculos insalvables
para la comunicación entre Asunción del Paraguay
y Chuquisaca, en el Alto Perú. Ese
fue, precisamente, uno de los principales
motivos que impulsaron la fundación de Santa
Fe como estación de intercambio para el
comercio entre las ciudades antes citadas.
En el mapa se ve con claridad la diagonal,
eslabonada de ciudades, que, desde Santa
Fe, atraviesa el Tucumán y llega hasta la actual
Bolivia.

La posición ventajosa de Santa Fe como enclave de
intercambio y de paso controlado fue comprendida por
los “beneméritos” identificándola con el tesoro que podía
enriquecerlos. Este fue sin duda el impulso que decidió el
traslado. En forma favorable se desarrolló un proceso en
el cual algunas “familias notables se embarcaban... en
los circuitos mercantiles abriendo... las puertas hacia
nuevas posibilidades económicas a través de...
diversificación de actividades...”


Entre los muchos medios de navegación que llegaron a Santa Fe vale recordar el barco “San Antonio del Calvario” del Capitán Rafael de Caravallo; la que llegó en 1655, “San Francisco Xavier” cuyo dueño fue Luis Barbosa y la barca “Limpia Concepción” del capitán Juan Díaz Barbosa, dueño y maestre; la balsa de Antón de Espíndola de la Provincia del Paraguay; otra del maestre de campo Manuel Cabral, una similar del Paraguay de Domingo de Aguirre; la barca de  “Nuestra Señora de la Asunción”; todas cargaban yerba, tabaco, azúcar, miel, algodón, vino, aguardientes y mulas.
En 1640 se estableció que el puerto de Santa Fe fuera escala obligada de los que bajaban de Asunción para vigilar la tripulación indígena y su retorno a los pueblos de origen. Fue posiblemente el incremento notado en el intercambio fluvial uno de los factores que decidió el traslado de la ciudad a la búsqueda de un sitio más apropiado para que se pudiera aprovechar mejor el puerto.


Respecto de la citada medida, que hacía de Santa Fe un puerto de registro obligatorio, constituye un antecedente del futuro puerto preciso, aunque fundado en motivos diferentes –la necesidad de que los indios volvieran a las misiones–. Vale decir sobre el punto que, si bien no se exigía ningún impuesto, el sólo efecto de la descarga de la mercadería tenía una consecuencia beneficiosa para la economía de la ciudad.
Ejemplos de la mercadería que se comercializaba en nuestra ciudad surgen de la lista de bienes bajo custodia del Depositario General Alonso Delgadillo y Atienza para su remate:









Virgen de la Barca. Imagen de bulto de la Limpia Concepción realizada en el siglo XVII, último vestigio de una embarcación que perteneciera
al capitán Juan Díaz Barbosa.

 


Estos hermanos, Antonio,
Pedro y Martín Vera Mujica,
transformaron una herencia
no demasiado importante
–ganado y esclavos–, en la
base de un ciclo expansivo de
actividades en el período que
siguió al traslado urbano.


“Quizás el caso más paradigmático sea el de los Vera Mujica.” Estos hermanos, Antonio, Pedro y Martín, transformaron una herencia no demasiado importante –ganado y esclavos–, en la base de un ciclo expansivo de actividades en el período que siguió al traslado urbano.


Con mayores recursos económicos y un correlativo reconocimiento social y político, reflejan un reposicionamiento de las fuerzas. Los Vera sumaron a la producción ganadera, las mercancías de Castilla y la yerba del Paraguay. “Los tres hermanos ocupan posiciones en el espacio de circulación interregional (Potosí, Buenos Aires, Santa Fe)”.
El puerto se desplegaba en todo el borde este de la ciudad, adosado a la margen derecha del curso de agua que muchos conocían como “el río que pasa por Santa Fe”, luego condensado en el toponímico “Río Santa Fe”.
La ciudad vivía intensamente su vinculación con el río. Las embarcaciones, propulsadas a vela o remo –lanchas, champanes, falúas, serenés y balandras, entraban a la ciudadpor el arroyo El Negro y otros cursos fluviales–.
Los 800 m. de puerto natural entre la Bajada de Núñez y la actual calle Mendoza, convertían en puerto a cada una de las calles que en sentido oeste-este atravesaban la ciudad. La primera bajada –la “menos abrigada”–, se reservaba para puerto en tiempos de inundación.
La segunda o puerto de las barcazas, en la calle del Cabildo al este (actual 3 de Febrero) es la que en 1772 se propuso como sitio de descarga para la tarea de control del puerto preciso. Así, en 1777, el Cabildo dispuso que las  embarcaciones atracaran “en su antiguo amarradero”, que ha sido enfrente de esta playa, al este.
En 1784, entre tanto, el Cabildo santafesino ordenó la apertura de una calle detrás de los Jesuitas –hoy 25 de Mayo– en el lugar “que ocupan las Temporalidades y el Oficio de Misiones” y dispuso “limpiar los dos puertos, llamados de Zarva*, donde se han formado dos zanjones con agua de lluvia, impidiendo el paso de los carruajes”.









Diversos medios de transporte empleados durante los tiempos de la colonia, según una ilustración del jesuita Florián Paucke (s. XVIII). La imagen muestra, en primer plano, el cruce de un río con carretas  tiradas por indios y bueyes. Más atrás, misioneros  ignacianos, auxiliados por  mocovíes, cruzan el curso de agua en una “pelota” de cuero y en el anca de un caballo. Dividiendo ambos planos, se advierte un mecanismo de tipo “funicular” que permite unir ambas orillas con una balsa de carga.












Bergantines de los siglos XVII (atrás, a la izquierda)
y XVIII (en primer plano). Ilustración
de Rafael Monleón para el libro “Historia
de los medios de comunicación y transporte
en la República Argentina”,
Perfiles de Goleta y Bergantín del s. XVIII
(arriba y abajo, respectivamente), denominaciones que se derivan de los tipos de aparejos náuticos empleados en ambos barcos de “doble palo”: dos mástiles de tres piezas,
uno de proa y otro de popa, cada uno compuesto de un palo macho (mástil inferior), un mastelero (mástil medio) y un mastelero de sobre juanete (mástil superior). La goleta posía dos velas trapezoidales (cangrejas mayores), coronadas por sendas triangulares (velas latinas); al medio se disponía una latina en aparejo de estay; en la proa nacían los cuatro foques (petifoque, foque, fofoque y contrafoque). El bergantín, en cambio,  cargaba velas cuadradas (sobrejuanete,  juanete alto, juanete bajo, gavia alta y gavia  baja) sobre ambos palos, con una cangreja de popa y tres foques a proa.

Santa Fe - Ciudad Puerto Parte 1

La Primera Ciudad-Puerto Argentina.


Primera Parte.


La ciudad de Asunción, fundada en 1545, sobrevivía a duras penas en la gran soledad del cono meridional de América del Sur.
La exuberante selva del Chaco paraguayo dificultaba en extremo sus comunicaciones con el Virreinato del Perú. Entonces, la mirada de los asunceños se posaría en el ancho camino natural que el río ofrecía a su vera. A partir de él comenzaría a construirse la trama ocupacional de las tierras situadas entre ese fuerte exánime, al norte, y el estuario del Plata, al sur.
En cumplimiento del boceto operativo que las necesidades urgían, se pondrían en marcha acciones que, con el correr de las jornadas, tomarían la consistencia de un verdadero plan estratégico.

En 1573 proclamaba Martín Suárez de Toledo, Teniente de Gobernador de Asunción:

“Y porque al servicio de Dios, nuestro señor, y de su majestad conviene que en uno de los dichos puertos de San Gabriel, San Juan o San Salvador se asiente y funde un pueblo con numero hasta ochenta personas con las armas, defensa y pertrechos necesarios para la sustentacion y conservacion, como lo tengo platicado y consultado con los dichos oficiales reales de su majestad, por ser cosa tan conveniente y necesaria para el general remedio y socorro de estas dichas provincias, y tengo nombrado y declarado por capitan para la dicha poblacion a Juan de Garay, vecino de dicha ciudad, por la confianza que de su persona tengo y experiencia que tiene de las cosas de Indias, por haber muchos años y tiempo que reside en ellos,  por la presente, en nombre de su majestad.

Con esas palabras rituales otorgaba poder a un soldado vizcaíno con probados antecedentes y méritos en la conquista de América para que emprendiera la búsqueda de una solución económica y logística a la aislada población que luego se convertiría en Madre de Ciudades.

“Se acordo asi mismo se fuese a poblar y fundar de dicho puerto y pueblo en San Salvador o rio de San Juan o San Gabriel, que es en el Parana. Con estandarte real arbolado y tendido y a sonido de trompetas y a tambor y voz de pregonero...

“Cual declare por Capitán y Justicia para la dicha jornada y población a Juan de Garay.




“Y se llevo un bergantín grande y cinco barcas y canoas sencillas hechas balsas y para servicio. “(Para) Asentar y fundar el dicho puerto y pueblo, edificando iglesia, casa fuerte... todos los indios y generaciones a él comarcanas


"Estaba la ciudad edificada encima la barranca, sobre el río de tapias no muy alta, rodeada segura de la fuerza del gentío"  Martín del Barco Centenera La Argentina, Canto 18


“Fue la ciudad de Santa Fe fundada por Garay en 1573, en el sitio que actualmente se conoce con el nombre de Cayastá, la primera ciudad urbanizada en el Río de la Plata y su trazado, ampliado en varias manzanas fue el que llevó el mismo Garay al fundar definitivamente la ciudad de Buenos Aires en 1580.” Agustín Zapata Gollán “La primera urbanización hispano americana en el Río de la Plata, Santa Fe”, Latin American Studies Associaton, Houston, 1977.



“(La) fundacion, conservacion y sustentacion de dicho puerto y pueblo (para)... , escala y amparo de los navíos y armadas que vinieren de los reinos de España y de la costa del Brasil y de otra cualesquier partes y lugares en socorro y favor de esta dicha ciudad (Asunción).

“... viernes tres días del mes de abril del año del nacimiento de nuestro salvador Jesucristo de mil quinientos y setenta y tres años.”

2 La armada que bajara por el Paraná al mando de Juan de Garay, se reunió con el grupo que avanzaba por tierra, en julio de 1573 tras ingresar al río San Javier, y a sus orillas levantó campamento provisorio para reconocer el terreno y empadronar
a los aborígenes. En su recorrido, Garay eligió para establecerse un sitio ubicado en tierras de Calchines y Mocoretaes; y allí fundó y asentó y nombró a la ciudad y puerto de Santa Fe el 15 de noviembre de 1573.

Abrir puertas: fijar puerto. Ése era el mandato que le había dado Martín Suárez de Toledo en nombre de los habitantes y las necesidades de Asunción y que Juan de Garay llevó a cabo con sus ochenta hombres, entre mancebos y españoles.

Ese fue el comienzo de un desarrollo  urbano y portuario que, con ciclos altos y bajos, llega hasta nuestros días y es parte constitutiva e inescindible de la historia de la Argentina y de América del Sur.

“Por virtud de los poderes de Martín Suárez de Toledo, teniente de gobernador que al presente reside en la ciudad de Asunción, digo que, en el dicho nombre y forma que dicho tengo, fundo y asiento y nombro esta ciudad de Santa Fe. Por parecerme que en ella hay las partes y cosas que conviene para la perpetuación de la dicha ciudad, de aguas y leña y pastos, pesquería y cazas y tierras...



“Y de su majestad mas convenga. noviembre 15, 1573”

Y desde ese 15 de noviembre de 1573, sin interrupciones –pese a cambios de ubicación física, volúmenes operativos y una trasmuta urbana–, el puerto de la ciudad de Santa Fe habría de prestar servicios al comercio y a las comunicaciones en el amplio hinterland del Río de la Plata.

El comercio que se desplegaría desde Santa Fe tendría como destino el interior del territorio sudamericano y excepcionalmente el exterior.

Así lo sostiene una Información que se levantara para Juan Torres de Vera y Aragón en Santa Fe el 24 de enero de 1583. Dice el texto:


“Que por la mar ha ido y venido navío a San Vicente dos veces después que este pueblo de Santa Fe se pobló...”


El mismo Juan de Garay afirmaba en 1583 que:
“...después de fundadas Santa Fe y Buenos Aires, entraron y salieron mercaderes con carretas y caballos en estos nuevos pueblos, casi diariamente, desde el Tucumán, acaeciendo que iba y venia un hombre solo y un indio, con las carretas en estos viajes; – y que en cuanto a la mar, habían ido y vuelto dos navíos desde Santa Fe a San Vicente dos veces, después de fundada Santa Fe, y posteriormente, fundada Buenos Aires, se remitió a España una carabela, dando cuenta de los sucesos de esta tierra.



Planta Urbana de Santa Fe la Vieja, maqueta realizada por Ángel Werlen y Juan Francisco Bartolini a iniciativa de la Asociación de Amigos de Santa Fe la Vieja, con el soporte técnico de una comisión interdisciplinaria y los aportes económicos de la Fundación Rafael del Pino (España).



“El comercio pues, se abre con la primera fundación de pueblos, y a Santa Fe le correspondieron las prerrogativas de esta iniciativa comercial, por anterioridad de población a Buenos Aires”


. En estos términos asevera el notable historiador Manuel María Cervera la prelación portuaria de la ciudad de Santa Fe.
A su turno, otro autor de nota, el doctor Agustín Zapata Gollán, manifiesta: “Santa Fe se fundó de acuerdo con un plan estratégico y económico. Fue desde sus primeros días, un fortín y una posta. Fue la clave de la conquista del Río de la Plata y el descanso abrigado en el camino a Buenos Aires y al Perú desde Asunción.” Y más adelante agrega: “...al aumentar las mercaderías del Paraguay en el puerto de Santa Fe, nació y se desarrolló una nueva industria: la construcción de carretas”









 Maqueta electrónica de la urbanización original –situada unos 80 kilómetros al norte de la ciudad actual, en las cercanías de la localidad de Cayastá–, reconstrucción llevada a cabo por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Litoral.



En los años inmediatos a la fundación, el fraile Martín del Barco Centenera visitó Santa Fe como parte del viaje circular que iniciara en Lograsán (España). Su mayor gloria surgiría del poema compuesto con vivencias correspondientes
al Río de la Plata y del sino anticipatorio del título que le diera a fines del siglo XVI: “La Argentina”, nombre que andando el tiempo habría de identificar a nuestro país. Expresa Centenera en una parte de su poema: "Al fin Santa Fe, tiempo gastando, se llega, do poco antes los vecinos, salieron a nosotros navegando..."